En primer lugar salía a la arena, el toro de la divisa de Antonio Ordóñez, de correcta presentación y de pelo negro bragado. Salida con fuerza entrando a los cites con entrega y rematando con muchísima fuerza en los cadafales.
Casi toda su lidia se desarrolló en la plaza, sólo salió a una de las calles pero regresando sobre sus pasos rápidamente. Con el toro ya fijado, se vieron ajustados quiebros y recortes, propiciados por la gran nobleza del animal que, sin embargo, le faltó fondo para transmitir más emoción. Si bien con ese puntito de poder, hubiese sido un toro extraordinario. Esta falta de fuerza le hizo ser reservón y tardo en los últimos compases de su lidia.
Finalmente fue encerrado, con la ayuda de los mismos recortadores, sin necesidad de utilizar los mansos ni la cuerda.
Rápida salida desde la otra plaza, embistiendo y levantando con fuerza las ruedas situadas como obstáculo. Al toro, desde un primer momento, se le vio con una falta de fijeza muy acusada, que fue un defecto que arrastró toda su exhibición.
Al igual que el anterior, salió a la misma calle, para volver a la plaza, donde los recortes no tuvieron la lucidez de los del primero, en buena parte por la falta de fijeza comentada. Destacar también de este toro que fue rematador y pegó con fuerza allí donde fue citado. Tras unos quince minutos de lidia fue encerrado, como el anterior, casi sin problemas.
Tarde entretenida en Les Alqueries con un buen toro el de Ordóñez, que con un poquito más de fuerza hubiera sido un gran toro.